El cazador cazado

Hace unos años, en abril de 2004, me mudé a Madrid para trabajar. Como mi sueldo no me iba a permitír más, tuve que compartir un piso de alquiler. Pagábamos por él 950 euros, algo que para mí era una pasada, pero al menos el piso estaba al lado del trabajo, cerca de Atocha y además era nuevo (vamos, que lo estrenabamos nosotros, mobiliario incluido). Uno de aquellos compañeros de piso es hoy uno de mis mejores amigos. Pero eso no es de lo que iba a hablar…

Por aquel entonces las tecnologías Wi-Fi acababan de llegar a los hogares españoles, y yo, que un año antes compré uno de los primeros portátiles Centrino, ya conocía las vulnerabilidades de las redes inalámbricas. Bueno, en realidad fue mi padre quién me regaló ese portátil cuando presenté mi proyecto de fin de carrera, sobre seguridad en redes linux.

Como imaginé, no hubo acuerdo con mis compañeros para contratar internet, así busqué la alternativa fácil: piratear una red inalámbrica. Así tuve internet durante el año y medio que pasé allí. Cada vez se hacía más difícil, la gente (y los operadores de internet) iba enterandose de que había que proteger las redes, pero siempre había algún incauto, o simplemente alguien que desconocía los riesgos.

Ya de vuelta en Sevilla, un año después de contratar el ADSL y pagar religiosamente los 60€ mensuales descubro cómo me están haciendo a mí lo mismo que yo hacía; no es que me moleste dar acceso gratuito a alguien (si me sobra ancho de banda, mejor que se use…), pero de repente me he sentido desprotegido, ya que por cuestiones operativas había compartido toooodo el disco duro de mi portátil, y lo había hecho así accesible a quién sabe quién. Por supuesto ya he tomado algunas medidas, pero me queda la duda de si serán suficientes…

Por si acaso, si estás leyendo esto, y tu conexión ADSL te la proporciona Telefónica mediante sus routers wifi, quizás quieras echar un vistazo a esto.